viernes, 7 de agosto de 2009

LO QUE NO SE DICE DE LA AH1N1

En su laudable afán por evitar un pánico injustificado, nuestros gobernantes están dando la falsa imagen de que la gripe porcina A/H1N1 tendrá este invierno efectos equivalentes a la habitual gripe humana estacionaria. Los datos disponibles, particularmente en los países donde la epidemia ya se ha desarrollado (Argentina) o comienza a hacerlo (Reino Unido), lo desmienten.


1. Prometen una vacuna que no tienen


El 26 de julio, María Jesús Mejuto, consejera de Sanidad extremeña, declaraba que su región dispondría de 300.000 vacunas contra la gripe porcina, con las cuales “quedaría inmunizado” el 40% de la población extremeña. Estas promesas abusivas alimentan la especulación de las industrias farmacéuticas e impedirán que los países pobres reciban vacunas a precio reducido. Nada garantiza que la vacuna pueda administrarse antes de fin de año y, por tanto, no puede prometerse inmunidad. Hasta el 15 de septiembre no se conocerán los resultados de las primeras pruebas de vacunas en la Unión Europea. Novartis comenzó las pruebas en julio y no promete más que la esperanza de “comenzar las entregas a los gobiernos en el último trimestre y continuarlas en 2010”. Lo único seguro antes de fines de año es que esas vacunas inexistentes ya están pagadas. Novartis tiene acuerdos con 35 gobiernos. El de EEUU ya le ha adelantado 979 millones de dólares (680 de euros). Las regiones alemanas han encargado 50 millones de dosis, pagando por adelantado entre 500 y 600 millones de euros, con los que debería vacunarse a un tercio de la población (ya que se calcula en un tercio los que se verán afectados). La compañía inglesa GlaxoSmithKline ha recibido encargos de 16 gobiernos para 195 millones de dosis, y negocia con otros 50 gobiernos más.


La epidemia llega antes que la vacuna y la vacuna no será gratis. La OMS prevé una producción máxima de 800 millones de dosis (y hay que tomar al menos dos), pero la población del planeta es de 6.800 y se calcula que los infectados serán 2.000 millones. Luego aproximadamente 1.600 de ellos tendrán que arreglárselas sin vacuna. Teóricamente, serán los pobres, pero, como se ha dicho, la realidad es que tampoco los ricos recibirán a tiempo la vacuna que sus gobiernos les prometen y que ya han pagado.


2. Aseguran tenerla bajo control


Para la OMS, carece de utilidad hacer recuentos. “Nadie sabe” cuánta gente está infectada en los 168 países y territorios con casos declarados a fecha 4 de agosto, según Fadela Chaib, portavoz de la OMS. Ese martes, los casos confirmados en laboratorio eran 162.380, y el dato de que casi el 30% de los fallecimientos (338 sobre un total de 1.154) se hubieran producido en la última semana, deja claro que la pretensión de tener controlada la epidemia en cuanto a su extensión es ridícula.


En el Reino Unido la menor temperatura hará que la extensión de la gripe porcina se adelante en algo más de un mes a lo que es normal en España. El ritmo de nuevos casos declarados se dobló en la última semana de julio, pasando de 55.000 a 100.000. También allí el gobierno da bandazos y comete errores, pero a diferencia de España no subestima la enfermedad. Así se pasó de suponer que la gripe porcina había alcanzado su clímax al estimar que para fines de agosto habrá 100.000 nuevos casos diarios. Se llegó a aconsejar limitar los viajes, al menos a las embarazadas. Por parte de la OMS, Gregory Hartl intervino para precisar que “en este momento no debe uno organizar su vida en torno al virus”, insistiendo en que su extensión es “inevitable”.


Steve Field, presidente del Colegio Oficial de Médicos británico, criticó particularmente la recomendación hecha por el Ministerio de Sanidad a las mujeres de “considerar” la conveniencia de retrasar quedarse embarazadas, calificándola de “alarmismo” y de “respuesta totalmente desproporcionada, habida cuenta de que las pandemias suelen durar varios años”.


También la recomendación de que las embarazadas eviten las aglomeraciones fue criticada, esta vez por John Edmunds, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, porque “hay muy poca o ninguna evidencia de que estar entre multitudes aumente el riesgo” de infección.


3. No tienen criterio de estimación de víctimas


En el Reino Unido, la autoridades previeron en julio que la gripe porcina llegue a matar a 67.000 personas. Según John Edmunds, “lo único seguro es que esa cifra será errónea”. Para Gregory Hartl, de la OMS, el alarmismo británico es comprensible como una de las reacciones pendulares “propias de la naturaleza humana”. Sólo falta añadir que la postura del Gobierno español, con su previsión de 8.000 muertos por gripe porcina, es el otro extremo del péndulo. La ministra Trinidad Jiménez simplemente ha supuesto que será la misma cifra de muertos que deja cada año la gripe humana estacionaria.


Supuesto que un tercio de la población pasará la gripe y que el 0,3% de los afectados morirá, en España pasarán la gripe porcina 15 millones de personas y morirán 45.000. Por la misma regla de tres por la que en el Reino Unido habrá 20 millones de infectados y 67.000 muertos. Sir Liam Donaldson, jefe del estamento médico inglés, llegó más lejos, al afirmar a mediados de julio que la mortalidad de la gripe porcina multiplica por 10 a la de la gripe normal. En ese caso, los 8.000 muertos de Jiménez podrían convertirse en 80.000.


Una cosa es confiar en que aparezca una vacuna eficaz y otra reducir por decreto la tasa de mortalidad. De momento, las autoridades sanitarias españolas prevén que todo el personal sanitario se dedique, sin horarios y sin atender a otras enfermedades, a la avalancha de casos de gripe porcina que se nos vendrá encima en otoño.